sábado, 15 de agosto de 2009

MÍSIA. Noches de Bohemia. Jerez de la Frontera.
Por : Jesús Sánchez-Ferragut

MÍSIA.
Programa: CONCIERTO: “RUAS”
Lugar: Jardines de la Atalaya.
Día: 23 de julio de 2009. Asistencia: ¾ del aforo

DE VIAJE POR LOS JARDINES DE LA ATALAYA.

Mísia llegó a Jerez, a los Jardines de la Atalaya. Con la mano en la frente a modo de visera, oteó más allá del escenario, buscó entre los recovecos del paseo, detrás de los árboles y por los caminos del jardín. Preguntó incesantemente si había japoneses, o pinochos, lisboetas, parisinos, madrileños... Qué se yo la cantidad de gente que se puede uno imaginar entre las filas de butacas dispuestas en los jardines, tras escucharla. Casi se llega a sospechar del que está sentado delante ¿Será coreano?, o de la pareja de dos filas a la derecha, con pinta, tal vez, de belgas recién llegados...Aunque la verdad, tengo que decirles, yo solo ví gente mayormente de Jerez. Eso sí, entre el público me pareció ver, discreta, a La Mari de Chambao, escuchando atentamente a la internacional Mísia, cantando a su manera una peculiarísima versión de la canción “como el agua” de Camarón. La verdad, esto último no me dejó indiferente, que Camarón es de mi Isla...Otra cosa es que me gustara. Todavía tengo sentimientos contradictorios. Aunque sospecho que la próxima vez que escuche “como el agua” acudiré a lo seguro...
El concierto, como el CD que vino a presentar a Jerez, “Ruas”, tuvo dos partes, muy diferentes una de otra, y con un intermedio, que sirvió para que el personal tomara fuerzas en el bar para afrontar una segunda parte caprichosa y con muy poca relación con la primera, que estuvo basada en la canción más tradicional portuguesa, el fado, una morna y alguna marcha lisboeta. Fue esta primera parte, “Lisboarium”, la dedicada a su país natal, aunque como dice ella, “soy ibérica, mitad española y portuguesa”, y hubo espacio para poetas como Pessoa, Saramago, Vasco Graça Moura, etc. Seriedad, sobriedad, pulso y púa en el escenario, con la intervención de un violín en algunos temas, y la saudade y el sentimiento en la voz de Mísia.
En la segunda parte, y correspondiente con el segundo CD “Turistas”, todo cambió, y, si soy capaz de sintetizar lo que habló, que no fue poco, Mísia cuando intentaba explicar el porqué de sus canciones, o de sus viajes y de su vida, les diría Uds. que la solución del enigma es: El nuevo producto Mísia es lo que a modo de esponja y, previamente tamizado o metabolizado por sus sentimientos, ha absorbido la cantante, fruto de sus múltiples viajes y vivencias, y que ahora proyecta al mundo, musicalmente hablando, con un factor de conversión común, cual es el fado y la forma de interpretarlo. A ello le ha añadido un toque de distinción, que incluso llega en algunos casos a rozar el “grunge”, al introducir una gastada guitarra eléctrica (parte de la puesta en escena) que con los efectos, distorsiona y hace chirriante algunos pasajes de las melodías de las canciones. Curiosa mezcla la que suena, cuando uno se para a pensar que lo que hay en el escenario es un violín junto con una eléctrica y el trío de pulso y púa (viola de fado, guitarra portuguesa y bajo acústico). No deja de ser curioso, aunque la verdad, la guitarra eléctrica distorsionada supliendo a un mandolina en una canción napolitana, me pareció un poco petardo, así como la versión de la Ranchera de Cuzco Sánchez (popularizada por Chavela Vargas), que tampoco me convenció. Aunque si esto les parece curioso, lo que de verdad fue la sorpresa de la noche fue oírla cantar una canción en japonés. Sí, sí, en japonés. Y no sonaba mal...
Mísia, viajera, estuvo en Jerez, buscando por los jardines de la Atalaya. Cantó unas 20 canciones, propias y extrañas, y habló de sentimientos, infidelidades, mentirosos pinochos, en muchos idiomas, buscando complicidades entre el público. Espero que las encontrara, y también el camino para salir de los Jardines de la Atalaya, que a veces es complicado por la cantidad de senderos que tiene.

OMAR FARUK ENSEMBLE & ARTO TUNCBOYACIYAN. JEREZ 16.07.09







OMAR FARUK ENSEMBLE & ARTO TUNCBOYACIYAN. JEREZ 16.07.09
Por : Jesús Sánchez-Ferragut


Programa: SIN FRONTERAS. Concierto.
Lugar: Jardines de la Atalaya de Jerez. Día: 16.07.09. Asistencia: Casi completo

FARUK, ENTRE ORIENTE MEDIO Y OCCIDENTE, LOS SONIDOS DEL MEDITERRÁNEO.

Un concierto sorprendente para el que no es seguidor de este músico y cantante que es reconocido hoy día como uno de los mejores, o quizá el mejor representante de la música del Medio Oriente, Turquía, en Estados Unidos.
Faruk y su Ensemble, del que forman parte un israelí a la guitarra, un armenio en la percusión, un griego en los teclados, un norteamericano con la darbuka y otro turco al melody arp, posee varias grabaciones y una afamada reputación, esforzándose en superar fronteras y barreras ideológicas, políticas o religiosas como el propio Faruk contaba al público jerezano en un inglés con fuerte acento turco.

Todo un alarde de instrumentos del medio oriente fueron puestos en escena en los jardines de la Atalaya: La flauta “ney” interpretada por el propio Faruk, en una verdadera exhibición de multivirtuosismo instrumentista. La “zurna”, u oboe turco, también interpretado par Faruk. La “baglama” turca, instrumento de la familia del buzuki griego, que nos recuerda a un laúd de mástil alargado. El arpa turca, y en la percusión el “daf” y la “darbuta”. Salvo el arpa, prácticamente todos los instrumentos sonaron bajo las manos, impresionantes por cierto, de este músico nacido en Adana, Turquía.

La parte simpática del concierto la puso el armenio Arto, que se unió para la ocasión al Ensemble de Faruk, cantando y tocando la batería. No hace mucho Arto estuvo en “El hormiguero”, el programa de televisión de Pablo Motos, haciendo de las suyas.

Para los seguidores de Faruk, entre los principales temas que interpretó figuaraban: Yunus; Haydar; Love Respect Truth; Sayrek-Sayrek; 1982; Elatio, Ole Aman; Hijaz Raks, Shaskin; Imaginary Traveller; Shinanai y Fire Dance.

Los Jardines de la Atalaya, un marco incomparable para esta música (y para otras, la verdad sea dicha), por las condiciones de falta de ruidos y lo agradable de los jardines. La puesta en escena muy pobre, con una iluminación tipo feria, y detrás de los músicos unos focos que molestaban bastante al respetable cuando se encendían. Por lo demás, un concierto verdaderamente interesante, incluso para los no amantes de este tipo de música turca-medioriental, y con ciertos tintes mediterráneos por la participación de la guitarra, que hizo sus pinitos dóricos.

El público aplaudió agradecido e incluso hubo quien se arrancó con algún que otro movimiento de la danza del vientre.